NG200403005
equilibrio porque conjura al mismo tiempo que revela los múltiples daimon que asaltan al corazón humano. Pero: “tal orden no podría establecerse por la razón, ni tan siquiera por la conciencia descubierta por la filosofía. Pues es un orden hecho de razones secretas, sutiles, paradójicas; razones del corazón que sólo el delirio da a conocer” (HD, 223). Según lo dicho, parece que quedaría respondida la pregunta de la necesidad de la piedad para el conocer. De este modo: si el inte- lecto es vida en acto, actualidad pura, impasibilidad, simultaneidad entre el ver y el objeto visto, lo otro de la vida humana es pasividad, padecer, sentir, sentir el transcurrir que es la vida, padecer por estar vivo y no poder ser reducido a razón. Esto no significa que no exis- ta el «sujeto puro» del conocimiento, sino únicamente que no existe sólo . Dicho de otro modo: “la conciencia y el pensamiento al crecer no han podido borrar la huella de la situación primera del hombre en la realidad inmensa e innominada, es decir no han podido transformar el ser humano de criatura metafísica en criatura simplemente natural o racional” (HD, 209). La razón conceptual debe estar mediada por la piedad para saber tratar con lo otro, para elevar los sentires profundos del alma del ser humano a la claridad, para ser dotados de presencia, figura y forma. Esto es posible si la razón acoge el saber poético, el saber primero que brota de la piedad, saber inspirado que es don, regalo, gracia, primera creación humana antes del saber filosófico. De este modo la piedad se instala como lugar privilegiado para hablar de la realidad, del conocer y de la unidad misma, que no es experiencia de visión, sino experiencia de sentido en un tiempo (no sólo espacio) en que ya no es posible, después de la filosofía, vivir- lo justamente como unidad. Las cosas son vistas así por María Zambrano, porque en el conocer, ahora se debe introducir no sólo el sujeto que conoce sino este mismo sujeto en tanto que padece unas realidades que puede no conocer, que le desbordan pero que no ha terminado de dejar de sentirlas. Y a las que necesita porque con las cuales y frente a (no contra) las cuales debe aprender a entenderse 476 LUIS ANDRÉS MARCOS
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