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dadero a priori que sostiene el orden y aún la existencia misma de ca da cosa 6 . Si se examinan algunos sentires y dichos se verá , dice María Zambrano, que la irracionalidad tiende espontáneamente a tomar un orden (HD, 220). Pues bien, la tragedia griega es la madurez de este modo de expresión, oficio de la piedad, del sentir que es hacer y conocer, fija- ción de un orden que da sentido a los sucesos indecibles. Es una forma de liturgia, aunque distinta de ella, pues la liturgia sacrificial está estipulada, codificada, mientras que la tragedia «tenía como motivo las situaciones más extremas de la vida humana cuya codifi- cación no es posible» (HD, 222). En la tragedia se ejerce el «conoci- miento nacido de la piedad», que es saber tratar con «lo otro». Y lo primero que hace es fijarlo y conjurarlo, al modo como Ulises iba conjurando lo «inhumano» que en su viaje se le iba presentando. Y esta reducción, dice Zambrano, es ya conocimiento» (HD, 222). Aquí se instala, pues, la necesidad de la piedad para el conocimiento. Porque en el conocer la realidad toda, se necesita una primera fija- ción no sólo de lo visto, sino de aquello que no se ve pero se sien- te, de aquello que se padece aunque no nos haya abandonado del todo y permanezca como ausente. Por eso el conocimiento que pro- porciona la tragedia trae consigo no sólo los objetos que el prota- gonista conoce, sino él mismo en tanto que se re-conoce. Y en este re-conocerse deja entrar «lo otro» en lo uno —el género humano—, en sus entrañas (HD, 223). La representación de la tragedia, por tanto, no tiene carácter estético, ni de mero texto literario. Es el conocimiento de la tragedia conocimiento del hombre, en tanto que reabsorción de cualquier destino, cualquier falta por monstruosa que sea. Cualquier falta será, por fin, falta de un hombre, y este reconocimiento no es otra cosa sino un trato piadoso que reintegra al culpable a la condición huma- na. Lo uno muestra también la extensión a lo otro, desde las entra- ñas mismas de lo uno. Y esta extensión era vivida por el espectador de la tragedia. Sin destruir las diferencias crea el equilibrio. Atiende a la unidad y al orden de lo heterogéneo. La tragedia crea orden y CONOCIMIENTO COMO PIEDAD 475 6 Para esta idea de la Poesía como sistema, Cf. D. SÁNCHEZ MECA, «Estudio preliminar», en F. SCHLEGEL, Poesía y Filosofía (Madrid 1994) 9-33.

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