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rencia y del sentido que le otorga otro ente de ficción. Así, tenemos que el sentido hacia el que se orienta el Caballero de la triste figu- ra es El Quijote que, a la vez, puede ser también la misma y propia referencia a que remite el Caballero de la Triste figura. . De este modo, El Quijote , en cuanto ente de ficción, en ocasiones, funciona como sentido y referencia de Alonso Quijano y, en otras, como sen- tido y referencia de El Caballero de la triste figura. Dentro de este contexto ¿cómo atender a la paradoja de la identidad afirmando un predicado real de un sujeto inexistente? Si el predicado es loco y la locura existe y es real ¿Cómo es posible atribuírselo al Quijote, puro ente de ficción? A. Meinong ofreció una solución que bien puede servir, por lo menos en los entes de ficción, para clarificar el problema. Se intro- ducen, con este fin, y diferencian dos categorías del ser: existir y subsistir. El ente de ficción no existe, a él compete sólo la subsis- tencia. La locura es una realidad que existe y, además, subsiste. En cuanto existe no puede predicarse del ente de ficción, pero en cuan- to subsiste, sí. Sería, entonces, posible afirmar del Quijote la locura. 4. LENGUAJE EN LA FABULACIÓN DEL «ENTE DE FICCIÓN» El lenguaje en que se fabula el «ente de ficción» no coincide con el de la lengua utilizada en uso común, sino que se ejercita según una función específica y peculiar: la literaria. La lengua en su uso común percibe y expresa los objetos a través de los elementos fijos con sus caracteres genéricos y peculiares que pertenecen al mundo físico que, en su realidad, se da y existe. Por ello, su expresión suele ser rutinaria y sus enunciados están cargados de estereotipos, clisés lingüísticos, formulismos vacios o llenos de emotividad. La lengua literaria, por el contrario, presenta el mundo en todo su frescor, pro- porciona una sensación del objeto como visión original y no como reconocimiento de algo que coincida con las realidades del mundo físico. Esto afecta, de manera particular al «ente de ficción» fabulado. Parece como si fuera más original que la realidad misma del mundo físico, pero no lo es. En esta expresión literaria los protagonistas, los hechos y vicisitudes por las que pasan cobran vitalidad y forman un hallazgo sorpresivo que nace como algo nuevo que no existe, pero 438 VICENTE MUÑIZ RODRÍGUEZ

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