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curso articulado y, por ello, sus unidades integrantes ocupan un espacio en un tiempo propio y específico rechazando cualquier tipo de confusión. Y, cuando adquieren visos de estabilidad, su espacio se imagina infinito por indefinido en el tiempo, dando una sensa- ción estética de eternidad al conjunto. Se libra, de esta manera, del caos, según el sentido primigenio griego, de desorden inaprehensi- ble del logos. A todos nos es evidente la facilidad con que el discurso litera- rio es reificado. Sería como la suerte de entramado de un escenario en que discurren hechos y personajes ficticios a los que se dota de verosimilitud, reificándolos, dándoles visos de auténtica realidad. La técnica narrativa se efectúa siempre desde un yo emisor a un tú des- tinatario que, puede a su vez, narrarlo a otros (él, ellos). Puede, entonces, el narrador interpretar, sintetizar y dominar un amplio número de sucesos. De este modo acaece en el capítulo primero de la primera parte del Quijote . El narrador es posible que intervenga en el discurso literario directamente, como una suerte de monólogo en que se hace memoria y recuerdos pretéritos, ofrecidos en pre- sente. Pero otras ocasiones, lo hará indirectamente sin dejarse des- cubrir 5 . Aquello por lo que el hombre se patentiza es que se expresa en una exposición de su ser «intercomunicando». Con su sola presencia, aplicable al hombre ente de ficción , su mera presencia en el relato entra en conversación con los demás. Por este motivo, nunca para los demás resultará un extraño o un desconocido. Todos los hom- bres poseen una «forma común», virtualidades lingüísticas, según las cuales y a través de las cuales, se captan primero unívocamente el mundo y las realidades del mundo y en segundo lugar, las de las realidades de ficción que las asemejan. Se trata, pues, en relación de unas conciencias humanas con otras de un sentido con-sentido . Los «entes de ficción» son aprehendidos mediante este sentido con-sen- tido que los representa y que los hace reaparecer y tener vida vero- símil en el lenguaje. 440 VICENTE MUÑIZ RODRÍGUEZ 5 Ver: A. D OMÍNGUEZ H IDALGO , Iniciación a las estructuras literarias (México, 1982). También tener en cuenta los dos volúmenes de J ULIA K RISTEVA , Semiótica I- Semiótica II (Madrid 1978); A. I LLERA , Estilística, poética y semiótica literaria (Madrid 1979).
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