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espectáculo, ni siquiera una creación estética esencial, sino el prin- cipal instrumento de comunicación y de formación social, ética y política. La poesía lo era todo, porque en los versos de los poetas, en cuyo aprendizaje de memoria consistía la educación aristocrática hasta el siglo IV a. C., se hallaba la forma de vida de incontables generaciones de griegos, que era preciso conservar y transmitir a la posteridad. De ahí, la importancia de ese soporte oral y rítmico, que son los versos, llenos de reiteraciones y dicciones formulares, que permiten una más fácil memorización. La poesía es, por tanto, el libro de texto de Grecia hasta la aparición y difusión de los libros escritos, porque contiene la enciclopedia del saber ético y político fundamental. Por este motivo, es necesario cambiar algunas de las superficiales críticas que destacados y renombrados especialistas han levantado contra la estética platónica. No hay tal teoría del arte, ni tal estética autónoma, que sólo aparece como tal con Aristóteles 9 , porque un análisis riguroso del término «mímesis», como lo realiza Havelock, le lleva a concluir que «nosotros partimos del supuesto de que el poeta es un artista y de que sus productos son obras de arte. Platón, en ciertos momentos, parece pensar lo mismo, como cuan- do compara al poeta con el artista visual, el pintor. Pero esta com- paración no la plantea en el ámbito estético. De hecho, no exageraremos mucho si afirmamos que la noción de la estética, en cuanto sistema de valores eventualmente aplicables a la literatura o a la composición artística, jamás se toma en consideración. Platón escribe como si nunca hubiera oído hablar de estética —o del arte—, empeñándose en tratar a los poetas como si la función de éstos estri- bara en proporcionar enciclopedias métricas al público. El poeta es fuente, por un lado, de información esencial y, por otro, de forma- ción moral, también esencial. Históricamente hablando, su predica- mento se extiende incluso a la transmisión de enseñanzas técnicas. Es como si Platón esperase que la poesía desempeñara todas las fun- ciones que nosotros dejamos, por una parte, para la enseñanza reli- 398 PABLO GARCIA CASTILLO 9 Véase la amplia nota, llena de lucidez, que Havelock dedica a las distintas interpretaciones del arte en Platón y que pone en su punto el tema. Desde Wilamowitz y Cassirer hasta Grube, Collingwood y Cornford, todos forman un coro sinfónico, cuyas voces reflejan sólo aspectos parciales de esta visión diferente que ofrece la obra platónica, desde la perspectiva de la tecnología de la comunicación. Véase H AVELOCK , E. A., Prefacio a Platón , O.c. , 46-47, nota 37.

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