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especie de tablilla de cera, pongamos ahora en cada alma un palo- mar con toda clase de pájaros, unos en bandadas separadas de los demás, otros en pequeños grupos, y unos pocos, aislados, volando al azar entre los otros» 57 . Platón mismo comenta su original imagen, afirmando que los saberes que el alma alcanza son como aves que el hombre logra atrapar y tiene a su disposición en el interior del alma. Pero, en oca- siones, cuando no alcanza el saber verdadero, el alma olvida que en ella residen esas aves en bandadas y no encuentra las palabras que les den la libertad de volar. Y lo que sucede con la torpeza del pen- samiento se da también cuando el hombre pretende expresar mediante palabras la realidad percibida, porque también las palabras son aves ligeras que trasmiten por el cauce aéreo de la boca ese ser etéreo de las palabras que dicen lo que las cosas son. Ahora no es el fuego, sino el aire, el elemento que sirve de vehículo de la memoria, y del fluir discursivo de las palabras. El libro del alma no detiene ni inmoviliza el saber, sino que es un cauce por el que se deslizan las ideas, como aves en perpetuo vuelo, porque las hojas del libro vuelan por el espacio de la mente, que es aire, espíritu. Porque el «espíritu» es otra enorme metáfora de la fluidez del aliento vital hecho lenguaje interior en constante diálogo. La tercera metáfora del Teeteto es la del agua y el espejo o la del espejo líquido del agua, del río del lenguaje. Junto al fuego que moldea la cera y el aire que permite el vuelo de las aves del alma, queda aún el líquido elemento como imagen discursiva de la memo- ria y la temporalidad del lenguaje interior. Las palabras de Platón no pueden ser más poéticas: «Uno hace claro su pensamiento por medio de la voz que se articula en verbos y nombres, expresando así la opinión, en la corriente de la boca, como si fuera en un espe- jo o en el agua» 58 . Las palabras que fluyen de la fuente interior, que mana y corre, se deslizan por el caudal de la boca y tienen una vida tan fluida como la del aliento del espíritu o la del fuego que imprime en la tablilla de cera los caracteres de las letras del lenguaje. 426 PABLO GARCIA CASTILLO 57 P LATÓN , Teeteto , 197 d. 58 P LATÓN , Teeteto, 206 d.

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