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Ésta es la transformación hermenéutica del mito platónico de la escritura. Es la conversión de sus lejanas letras, silenciosas, en voz viva y fluida, gracias a la atenta escucha de su música callada. La escritura, como la palabra hablada, también nos habla. Y, si sabemos escuchar su pensar, aprenderemos a pensar por nosotros mismos. El diálogo hermenéutico ha de conseguir que el lector alcance un trato frecuente con las voces de estos textos en los que descubrirá con el tiempo la guía segura para emprender su propia navegación. Platón asegura, en su confesión de la carta VII , que jamás escribió un tra- tado de filosofía, pero dejó escritos sus diálogos para que, en con- versación con ellos, pudiéramos aprender a filosofar. Por eso, es cierto que sus escritos no tienen plena autonomía, pero su sentido no se fundamenta en doctrinas no escritas, sino en la memoria y la reflexión del lector que prosigue las preguntas y el camino que abren los diálogos, en los que nos hay respuestas definitivas, sino incitaciones a emprender la segunda navegación, que es la tarea reflexiva que todo lector ha de emprender tras la lectura de los silen- ciosos signos que dibuja Platón. También Ricoeur se ha ocupado de interpretar, no sólo este mito de la escritura, sino las metáforas platónicas del libro del alma 50 . Su planteamiento se centra en la pregunta socrática por la explicación de que conozcamos y recordemos algo aprendido, pero que ya está ausente. La respuesta platónica, que le lleva a Ricoeur a explicar la memoria, como libro del alma, frente a la memoria exte- rior de la escritura de la historia, es sencilla: sólo recordamos aque- llo que hemos grabado en el libro del alma y cuya huella conservamos, al modo de la impresión y la tipografía de los libros. Para entender las tres metáforas platónicas sobre el libro del alma del Teeteto , tal vez sea necesario comenzar comentando la que aparece en el Filebo 51 . En este diálogo, Sócrates dialoga con Protarco sobre el origen de la opinión verdadera y de la falsa, afirmando que la memoria y la sensación son las fuentes de la opinión, pero si no hay nadie a quien comunicar la opinión que uno se forma de las cosas mediante el discurso, sino que lo aprendido se guarda en el alma y se conserva en ella, entonces, dice Sócrates, «en mi opinión, PLATÓN: LA ESCRITURA EN EL LIBRO DEL ALMA 423 50 Véase: RICOEUR, P.: La memoria, la historia, el olvido (Madrid 2003). 51 P LATÓN , Filebo , 38 a-39 c.

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