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tener las fuerzas. No es inútil tampoco hacer respirar al enfermo algo fortificante, tal como aceite rosado o vino; y si las extremidades están frías, es bueno friccionarlas con las manos calientes y engra- sadas. Si merced a todos estos cuidados se llega a moderar el impul- so sudorífico y a prolongar los días del enfermo, el tiempo mismo viene a convertirse en un buen auxiliar. Cuando parece que el indi- viduo no está ya en peligro es, sin embargo, de temer una pronta recaída en la misma debilidad, y por lo tanto hay que darle diaria- mente una alimentación bastante sustanciosa, con supresión del vino, hasta que recobre fuerzas físicas suficientes» ( De med L.III, c. 19). Como conclusión de este breve recorrido por la experiencia anatomofisiológica y semiológicopatológica del médico antiguo, podemos afirmar que sus conocimientos morfológicos fueron muy superiores a los fisiológicos, y que éstos condicionaron de modo decisivo toda su experiencia patológica y terapéutica. Ello explica varias cosas. En primer lugar, que sus descripciones anatómicas sigan teniendo un cierto valor, pero que prácticamente ninguno de sus conceptos fisiológicos y patológicos conserve alguna vigencia. Y en segundo, que la cardiología moderna partiera de un replantea- miento de las bases anatomofisiológicas de la actividad del corazón. Este es el punto que hemos de analizar ahora. A través de él, el experimentum acabará desarticulando todo el edificio elevado a lo largo de muchos siglos por la ratio . Suele considerarse como fecha simbólica de la renovación de los estudios anatómicos el año 1543, dado que en él Andrés Vesalio publicó su monumental obra De humani corporis fabrica libri sep- tem . Elaborada tras un impresionante trabajo disectivo realizado en cadáver humano, deja atrás todas las inferencias analógicas realiza- das por los anatomistas antiguos a partir de cerdos y monos. La ana- tomía de Vesalio es estrictamente moderna, y en tanto que tal muy atenida a los hechos. Aquí el experimentum parece haber desban- cado a la razón apriorística de los médicos antiguos. Y sin embargo, el argumento de autoridad sigue pesando en el joven Vesalio, lo cual le hace afirmar, en su descripción de la víscera cardiaca, que entre los dos ventrículos debe existir la comunicación de que hablan todos los autores antiguos, aunque él confiesa no haberla visto nunca. Bien sabía él que caso de no afirmarlo así, estaría negando todo el 386 DIEGO GRACIA

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