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7. Profesión solemne y ordenación. No se ha detectado ningún proble– ma en estas dos casillas, que se basan siempre en las actas correspondientes y en los registros de ordenaciones de las curias episcopales. Según el criterio explicado más arriba, la casilla de "ordenación" es el único elemento existente en la estadística para determinar el estado clerical o no, clerical de un her– mano religioso. 8. Misionero. El III Consejo plenario de la orden (Matlli, 1978) apun– taba: "Teniendo en cuenta la nueva fisonomía del misionero, como se indica en el Documento de este Consejo Plenario de la Orden, resulta imposible realizar una verdadera estadística de los 1rJ.isioneros" (30}. Aceptamos este principio; sin embargo, no hemos querido omitir la casilla de "misionero", que reseña un dato informativo, importante en la vida de muchos hermanos. Se consigna sólo 1a fecha del. primer envío y en or,asiones se hace constar en m>ta la fecha de regreso. No resulta fácil hacerlo para todos y menos con– cretar la situación jurídica de cada religioso en el territorio donde ha tra– bajado. 9. Fallecimiento. En esta columna van consignadas dos fechas: ante todo, el lugar y la fecha de la muerte del religioso; en casos especiales y sin,. gulares, la fecha de la salida de la orden, o de la baja en el estado religioso; en este caso, se escribe un guión y la fecha del rescripto de secularización. 10, Notas a pie de página. Son observacione[, que se hacen eventuahnen" te para respaldar alguna fecha o para añadir algím dato nuevo; siempre bajo el núme,ro de orden que el religioso lleva en el texto. Hemos recogido las exis– tentes en la estadística anterior y hemos añadido no muchas, teniendo como fuente el registro estadístico manuscrito de 1a curia provincia]. 11. Apéndice con la tabla de superiores provinciales. Se ha renunciado a todo tipo de apéndices ilustrativos, que dicen relación a la historia de la provincia. En cambio, hemos reducido a un apéndice la tabla de superiores provinciales, que aparecía abriendo la estadística. Es obvio que no obedece este cambio, ni por asomo, a la menor falta de respeto o de aprecio, sino a la naturaleza de la misma estadística. Hasta 1970 se ha conservado el nombre religioso, que es el que aparece en todos los actos de gobierno. Seguimos este cdterio aun con perjuicio de la lógica, que hubiera exigido aplicar sin evasio– nes el principio del nombre civil. Nunca llega a desaparecer del todo la difi– cultad de dar un nombre civil al que nunca lo empleó en los actos de la vida religiosa. Desde 1970 no existe ninguna dificultad, ya que los religiosos son designados por el nombre civil, corno ha sido explicado más arriba (n. 2). 12. Indices. Los cambios introducidos en esta estadística hacen más necesarios que nunca los índices analíticos, ya conocidos en ocasiones an"' teríores. Son tres: de apellidos, de nombre de religión y de lugar de origen. Con ellos se podrá resolver cualquier duda, sobre todo para que ningún reli– gioso sea confundido o desdoblado y se agilizará venturosamente cualquier consulta. (30) AOFMC 94(1978) 255. 11

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