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a Us que fué donde esto sucedió; advirtiéndose despues que muy pocas veces los llevaba á su celda, pues lo común era trabajar sus sermo- nes, consultas y demás en las piezas donde se conservan. Nuestras bibliotecas de Sevilla, Cádiz y Málaga deben al Padre el aumento de muchos utilísimos libros.” ”En la comida fué igualmente pobre y escaso. Jamás admitía el extraordinario que se acostumbraba entre nosotros dar á los ac- tuales Predicadores, y de la comida común que se le administraba, siempre dejaba parte para los pobres. Pocas veces comía carne, y su ordinario alimento era pan, pescado y frutas, y cuando por sus enfermedades se le prohibió el pescado, las frutas formaban casi el todo de su comida. Esta severidad ó pobreza la seguía en las mesas de los seglares, pues de tal modo se manejaba en ellas, que por más abundantes que fuesen, las reducía para síá la escaséz de la del ” claustro...... Prosigue el P. Fr. Luís Antonio de Sevilla explicando lo pobre de su alimento, y añade: "Cuando tuyo á bien el Rey N. Sr. (Q. D. G.) suspendernos la franquicia de los correos, que desde nuestra fundación en España disfrutábamos por la bondad de nuestros Soberanos, en cuantas car- tas se veía obligado á contestar, ponía esta P. D.: Es preciso dar punto á nuestra correspondencia: soy de profesión pobre, como V. sabe, están ya nuestras cartas al porte que las demás, por tanto, ni me e€s lícito recurrir para su satisfacción; ni se ajusta con mi con- ciencia que V. las franquee, como el asunto no sea de tal gravedad, que así lo pida.” Antes y despues de esta novedad, sus contestacio- nes eran por lo común en el tergo de las cartas que le escribían, y soy testigo de haber leído algunas respuestas entre los renglones de las que recibía, y si esto lo hacía por amor á la pobreza, por lo mis- mo aprovechaba todas las cubiertas, y en ellas ordinariamente ha- cía los apuntes de los sermones. Los análisis de muchos de ellos que escribió, fueron tan concisos como vemos, más no por otra ra- zón sino por ahorrar el gasto del papel. Hablando sobre esto con cierto religioso que se lamentaba de que no los formase con más extensión, le respondió: "No lo hago por dos motivos: primero, por- que absolutamente no tengo lugar; segundo, porque me da escrú- pulo consumir tanto papel en cosa de tan poco provecho.” ”Rara vez se vió otra luz en su celda que la del día, pues para
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