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EY 7 augusta Madre de Dios. Todos los viernes del año meditaba du- rante tres horas sobre los Dolores de la Sma. Virgen. Y por todo lo restante del año tenía repartidos por días, semanas y meses va- rios ejercicios de piedad en honor de la misma Sobs rana Reina de los Cielos. Bajo todos los títulos la veneraba con el más profundo y filial afecto, pero muy especialmente la honraba bajo la advocación de la Divina Pastora de las almas y Nuestra Señora de la Paz. Sabido es el origen del título de Divina Pastora con que es condecorada la Sma. Virgen María. El virtuosísimo y venerable P. Fr. Isidoro de Sevilla, ilustre y célebre misionero Capuchino, ideó en 1703, y propagó con gran celo y piedad la devoción 4 la augusta Madre de Dios bajo tan hermoso y bello título. Todos los Capuchinos de España tomaron á la Sma. Virgen por patrona de sus Misiones bajo la advocación de la Divina Pastora, y propagaron su culto así en España como en América y en Africa. Nuestro beato Die- go desplegó un gran celo, y todos los recursos de su fe y de su pie- dad para propagar la devoción y culto de la excelsa Madre de Dios bajo el título de Pastora Divina de las almas. En Estepona y otras muchas poblaciones estableció Hermandades en su honor, hizo pintar un gran número de lienzos, y tallar un número no menos considerable de estátuas de la Sma. Virgen con trage de pastora, sentada debajo de un árbol y rodeada de ovejas. Nada más bello y expresivo que esta manera de representar á los fieles la au- gusta y amabilísima Madre de Dios y de los hombres. Jesucristo es el buen pastor que da la vida para salvar á sus ovejas: el Su- mo Pontífice es el supremo pastor de la Iglesia universal: los Obispos son pastores de las Iglesias que les están confiadas: el buen pastor apacienta sus ovejas con amor y solicitud, busca para ellas los pastos mejores y más abundantes, las conduce á los sitios más apropósito para que descansen y se preserven del calor y del frío, las busca cuando se extravían, las defiende cuando el lobo las acomete, las lleva sobre sus hombros cuando rendidas por el can- sancio no pueden caminar. Jesucristo tomó para sí mismo el título de Buen Pastor, título humilde y amoroso, para hacernos com- prender mejor la benignidad, mansedumbre y respeto con que nos trata, y la tierna, diligente y misericordiosa solicitud y caridad con que cuida de asistirnos en todas nuestras nec sidades. Por es-
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