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Di BES padres en esta grande devoción, vistió el santo escapulario de Ntra. Sra. del Carmen, lo llevó toda su vida, y cumplió rigurosa- mente hasta la muerte las devociones prescritas para poder ganar las numerosas é importantes gracias que los Sumos Pontífices han concedido á los que lo visten, y practican los piadosos ejercicios or- denados en los estatutos. Todos los días rezaba el santísimo rosa- rio, el rezo de esta devotísima oración precedía á todos sus sermo- nes, y una vez concluidos, saludaba á la Sma. Virgen con estas palabras que el pueblo repetía: Alabada sea María Santísima; reverenciada sea María Santísima; glorificada sea María Santísi- ma; amada sea María Santísima. No terminaba el sermón sin ex- hortar á los fieles á que tuvieran una grande y ferviente devoción á la bienaventurada Virgen María por cuyo ministerio el Señor ha dado al mundo las más grandes bendiciones de su misericordia. Leía con muchísimo gusto y sumo placer lo más bello y sublime que los santos Padres han escrito sobre la Santísima Virgen, ora enalteciendo sus virtudes, ora celebrando sus glorias, ora expo- ni ndo sus privilegios, ora explicando la poderosa y universal in- ] uencia que tiene en la vocación, santificación v salvación eterna de | le las almas. Sabía de memoria cuanto han escrito los Anselmos, Bernardos y Bernardinos en honor de la Soberana Madre del Verbo Encarnado. Pasan de mil doscientos los sermones que pre- dicó sobre las glorias y grandezas de la santísima Virgen María. Aprovechaba todas las ocasiones que se presentaban para inculcar á los pueblos la devoción al rezo del santo rosario, no sólo porque en él se ora según la fórmula prescrita por el mismo Jesucristo, se saluda á la Sma. Trinidad, y recuerdan los principales pasajes de la vida, pasión y muerte de nuestro Divino Redentor, sino tam- bién porque se celebran con tanta insistencia y belle Za los privile- gios de María, y se nos recuerda cuánto le debemos en el orden de la gracia por haber cooperado á los grandes designios de miseri- cordia que Dios ha tenido sobre el género humano Todos los días rezaba el Oficio parvo en honor de la Santísima Virgen María, ayunaba en las vigilias de sus festividades, en los miércoles y sábados de todo el año ayunaba á pan y agua, vestía un cilicio á más de los que acostumbraba todos los días, añadía una disciplina, y prolongaba las horas de oración.meditando sobre los privilegios y excelencias de la venerable y por tantos títulos

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