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— 126 — nunciaron celebran á porfía las grandes virtudes y apostólicos tra- bajos del beato Diego, todas lo consideran como uno de esos varo- nes extraordinarios que la divina Providencia envía de cuando en cuando á los pueblos para hacerles una visita de misericordia, des- pertarlos del sueño letárgico en que yacen, y hacer brillar sobre ellos el sol de la verdad á fin de que vuelvan á los caminos de la justicia si se han extraviado, ó no se extinga en ellos la luz que les ha de conducir á la vida eterna através de las tempestades y tinieblas de este mundo. El mismo Gobierno se hizo eco de estas ideas y de estos senti- mientos haciendo publicar en la Gaceta las siguientes líneas: “El 24 del próximo Marzo murió en la ciudad de Ronda á los 58 años de edad, el M. Rydo. P. Fr. Diego José de Cádiz, religio- so capuchino, hijo de la provincia de Andalucía, varón verdadera- mente apostólico, de vida ejemplar, profunda doctrina y singular misionero. Corrió varias veces á pié las más de las provincias del reino, todas las Andalucías, las Castillas, Galicia, Murcia, Valen- cia, Aragón, Cataluña, etc. etc., haciendo misión en todas con aprovechamiento espiritual de los pueblos cual fué notorio á toda clase de personas. Su venerable persoría, su amable carácter, dul- ce y humilde conversación, edificante conducta y perspicaz inge- nio, su laboriosidad, erudición, fervor y eficacia en la predicación, ya meditada, ya repentina con admiración de los más sabios. hacen preciosa y recomendable su memoria, al paso que su temprano fa- lecimiento ha llenado de justo quebranto á cuantos le conocieron. Añadimos á este público testimonio otros privados, pero que en nada rebajan el honor que generalmente se hacía del difunto.” Las cartas particulares que se cruzaron las personas conocidas con motivo de la muerte del beato Diego, se expresan como el Go- bierno en la Gaceta. Entre las muchas que pueden reproducirse, nos ha parecido justo por varios motivos, dar la preferencia á un sacerdote francés refugiado en Palma de Mallorca, llamado Juán Bautista Cramonul. “Con la muerte del P. Diego José de Cádiz, dice, los sacerdo- tes hemos perdido el modelo de la vida que hemos de llevar, y los religiosos el de las virtudes que han de practicar. Los pueblos un Evangelio vivo, un dique fortísimo que contenía los ímpetus de la Justicia divina, y las virtudes de todos un estímulo el más eficaz
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