BFCMEP00090-C-IGUp01d00000000

- — | — ”En esta situación, y obligado de mi interior, me resolví á pedir el santo hábito al P. Guardián de Ubrique, y me res- pondió lo diría á mi Padre; mas yo con el miedo que le tenía, lo excusé; pero después instado de mi interior volví á clamar, y entonces el Prelado, no haciendo caso de mi miedo, lo dijo á mi Padre, y fuí probado con las resultas de una terrible, y prolonga- da contradicción de mi Madrastra, y de los suyos, que se Opusie- ron á mi intento con esfuerzo formidable. De mi Padre nada se conocía, ni en pro, ni en contra; era de noche y de día un contí- nuo sermón con mil amenazas, promesas, etc., etc.; pero al rigor, á la sagacidad, á la blandura, y á todo resistí de un modo raro, que Dios me daba, y en medio de mi natural idiotez, que era mu- cha, se me hacía notable, pues yo callaba á todo, y después que salía fuera, me ponía á saltar de gozo en aquella dura conjuración, llamando á los Angeles para que la celebrasen conmigo.” Ultimamente, allanado todo, me examinó el P. Guardián en la Gramática, y me halló inhábil. No obstante sacó mi Padre li- cencia del Padre Provincial, pasé con ella á Sevilla, me presenté á examen, y siendo el mismo que antes, y los Padres examinado- res rígidos, cobré fama de gramático. A fuerza de milagros me trajo Dios á la Religión, donde tomé el santo hábito en el novi- ciado de Sevilla á once de Noviembre de 1757, con los nombres de Diego José, á los 14 años y 8 meses de mi edad: siendo mi novi- ciado acompañado de estos dos prodigios: el primero, de una opi- nión de santidad en la Comunidad no vulgar (pero yo sin cosa de virtud interior.) El segundo que siendo incapaz de leer el castella- no, sin fastidio mío, y de quien me oía, luego que vestí el santo saco, leía con tanta perfección que servía de admiración á todos, y esto de pronto, sin entender yo de donde venía tanto bien. Estas raras misericordias del Señor no las conocí hasta mucho después de profeso; les acompañaba una vida penitente, devota y arregla- da; pero todo tan simplemente como si estuviera fuera de mí: no lo refiero más prolijo, ó con más menudencia, porque es asunto más para hablado que para escrito; en una palabra, Padre mío, usando de la expresión con que me reconvenía, y argiía mi di- funto Padre Maestro González en sus cartas: yo fuí llamado con evidentes prodigios 4 Capuchino, Misionero y Santo. ¡Pobre de mí si á alguna de estas cosas faltare!”

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz