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— 110 — le había concedido, y la causa de recogérselas fué la turbación que hubo en una Comunidad de religiosas á consecuencia de los ejerci- cicios espirituales que les predicó el beato Diego.” En otra parte añade: ”Estando en Sevilla concluyendo una de las muchas misiones que con tanta edificación, fruto y aplauso allí hizo, recibió carta de su Superior en que tratándole de fraile caprichudo, voluntarioso y desobediente, le dice: “Para que V. P. practique lo que predica, luego, luego que esa misión se concluya se retirará al convento que le señalo, donde estará sin predicar ni confesar, hasta que in- formado de su porte disponga lo que me parezca”: añadiendo que: ” Así descansará la Superioridad de los disgustos que le causan los em- peños á que da lugar por su repugnancia al claustro.” La tormenta contra el beato Diego abarcaba extremos muy opues- tos. Su práctica de distribuir cedulitas en honor de la Santísima Virgen y su propaganda en favor de la devoción al sagrado Cora- zón de Jesús, fueron duramente combatidas por varios eclesiásticos, quieneslas calificaban de supersticiosas. Su doctrina sobre las corridas de toros, bailes y teatros era impugnada por muchos como teoría jan- senista; pero lo que dió lugar á los más graves disgustos fué el ser- món que predicó sobre el uso de los beneficios y rentas eclesiásticas, Oigamos al P. Luís Antonio de Sevilla: ”Ponderaba, dice, los dolores intensísimos de Jesucristo en la cruz, y las graves aflicciones que padecía su santísimo espiritu, y dijo fundado en autoridad de los Santos Padres, que lo que aumentó su consternación en aquel horrendo suplicio, fué ver, no solo sorteadas, sino también rasgadas sus vestiduras por los que le sacrificaron. Contrajo este canónico hecho al mal uso que muchos harían de las rentas eclesiásticas ó bienes de la Iglesia, distribu- yéndolas en aquello á que no están destinadas, y daba sobre esto doctísimas doctrinas. Se había publicado poco antes una Bula de Su Santidad acompañada de un Real Decreto, por la cual, para las gravísimas urgencias del Estado se concedía á S. M. C. cierta cuota sobre las Prebendas y Beneficios eclesiásticos; y eso fué bas- tante para que convertidos varios de aquellos de quienes dijo San Pablo que no querrían escuchar la verdad, y se aplicarían á escu- char las doctrinas más fabulosas, hicieron contra el P. Cádiz una formal acusación, ó delación al Rey N. Señor 4 1 a sombra de un sugeto bastante respetable por sus empleos.”

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