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Eo EA ilustre prosapia carecen de fundamento. La nobleza no da ni quita ciencia ni virtud, pero siempre realza las personas, como se vé por las mismas Santas Escrituras: entre padres é hijos, aunque estén separados por largas generaciones, siempre hay solidaridad así en el mérito como en el desmérito: guardémonos pues de negará nues- tro Beato la gloria de pertenecerá tan nobles familias sin tener para ello razones poderosas. Don José López Caamaño ejerció en Cádiz varios empleos pú- blicos bastante decentes, y fué administrador de las cuatro villas de la Serranía de Ronda, esto -es, Villaluenga, Grazalema, Benaocaz y Ubrique, pertenecientes todas ellas á la Exema. Casa de los seño- res Duques de Arcos. Tuyo varios hijos, pero el que ha perpetuado su nombre es nuestro Beato. Nació éste en la ilustre ciudad de Cá- diz, en la calle llamada Bendición de Dios, el día 30 de Marzo del año 1743, y fué bautizado el día 3 de Abril en el Sagrario de la San- ta Iglesia Catedral, con los nombres de José Francisco Juan María. CAPITULO II. Primeros años del B. Diego José de Cádiz. La Divina Providencia dió á nuestro Beato padres llenos de fé y de piedad. Su madre se distinguió por su grande caridad y amor á los pobres, y: dejó ejemplos de las más nobles virtudes cristianas. Falleció cuando nuestro ilustre Beato no contaba sino nueve años, y la segunda esposa de D. José López Caamaño, llamada D.* Rosa García, edificó su familia con la guarda de los mandamientos de Dios, dando á sus hijos una verdadera y sólida educación cristiana. El Señor concedió á nuestro insigne Beato las más grandes bendiciones de su gracia. Sus entretenimientos eran rezar, formar altaritos, adornarlos con estampas y flores, y exhortar á la práctica do las virtudes cristianas á los Jovencitos de su edad. No debe esto admirarnos. Por regla general desde el momento en que la razón principia á desarrollarse, revela el hombre por sus gustos, senti- mientos y aptitudes lo que ha de ser con el tiempo. Todos los sa-