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150 •••••••• \. M~.1?1:'!.rJq~ ......................................... Semana Santa. El Jueves Santo hicimos el monumento al Santísimo, adornándolo lo mejor que pudimos con velas, velones y flores del monte, que eran muy bonitas. Así que el altar, con el sagrario en el que estaba nuestro Señor Sacramentado, quedó de lo mejor. Hicimos visitas continuas la tarde del Jueves Santo, la noche y todo el Viernes Santo. A las seis de la tarde, tuvimos un solemne Via Crucis a campo abierto. Los yukpas hicieron una cruz grande y hermosa. Para el Domingo de Resurrección traté de darles una amplia catequesis, para que vivieran ese día como el triunfo de Jesús y de todos nosotros. Como dije antes, la Voz de la Fe nos fue de gran ayuda. Terminadas las celebraciones de Semana Santa y Pascua de Resurrección, comenzamos de nuevo nuestros trabajos y labores en el monte, sobre todo en agrandar las siembras de pasto para el ganado que próximamente vendría del Tukuko. Pero había que cercar el pasto con estantillos y alambre de púas y hacer, al menos, tres potreros. De esa manera podríamos tener el ganado seguro y bien atendido. A los barí el ganado les era necesario. Teníamos mucho trabajo por delante y para mucho tiempo: cortar los palos para hacer estantillos y madrinas, acarrear el alambre de púas desde el Tukuko, a lomos de mula, echar las cercas... Todo esto sin descuidar las siembras que eran la fuente de nuestra alimentación. El día primero de mayo, San José obrero, nuestra fiesta patronal, lo celebramos con todo júbilo, fervor y alegría: primeramente la Santa Misa, pues ese día estaba aquí el P. Adolfo, después en la mesa. Del Tukuko nos habían mandado dos días antes, un buen cargamento de comestibles, golosinas y otras cosas, para que celebráramos espléndidamente nuestra fiesta. También dimos comienzo al mes de mayo, con el ejercicio de las flores todas las tardes, delante de Jesús Sacramentado, y en honor a nuestra Madre en sus advocaciones de Fátima y del Camino. Está claro que ambas advocaciones se refieren a la misma persona, pero a la Virgen de Camino la invocamos cientos de veces en las dificultades del camino.

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