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146 •••••••• \ .M~.~~tiq:~ ....................................... .. Por fin se decide que deben reanudarse las actividades en San José de Ogdebiá. Iríamos más o menos los que estábamos antes. En estos meses de ausencia un grupo de yukpas y barí, con mucha responsabilidad y armonía había procurado mantener las casas y el conuco. Incluso, con relativa frecuencia, iban algunos al Tukuko a informar de cómo iban las cosas. El día de la partida, antes del amanecer, participamos en la Santa Misa y pedimos a Dios amparo y protección para la etapa que comenzábamos en la motilonia. Yo le pedí, especialmente, que pronto pudiéramos tener otras vez el Santísimo en nuestra capilla de allá, la mejor compañía que puede tener el misionero. Llega la hora de salir y con el desayuno en la mano todos nos subimos a la Power-Vagon. Nuestro buen chofer, Cesáreo Barrios, el misionero seglar, ya nos había avisado dos o tres veces con la bocina del carro. Íbamos quince personas y mucha carga. La camioneta nos dejó en la estación misional de la Virgen del Camino. Allí, todos descargamos y colocamos los bultos en las mulas. Queríamos salir cuanto antes, pues teníamos que caminar treinta y tres kilómetros por un camino bastante malo, y atravesar los ríos Shukumo, Kishashamo, Bachichida y Ogdebiá. Éstos no eran problema pues aún estábamos en verano y, como no llovía, traían poca agua. Aunque siempre, caminando sobre las piedras se corría el peligro de resbalar y darse un chapuzón y hasta un fuerte golpe... Antes de salir rezamos un Avemaría a la Virgen del Camino, para que nos ayudara y acompañara por nuestro camino. Desde el día de la tragedia yo no había vuelto a pasar por aquí. Anda que te anda con el sol bastante alto y caliente, el tiempo pasó volando. Nos damos cuenta de que ya estamos llegando a Santa Rosa y estamos muy cerca de la casa de la estación misional. Allí ya hay yukpas viviendo y cuidando las instalaciones. Yo no pude menos de recordar los once días del mes de diciembre, tan terribles y dolorosos. Nuestra parada aquí fue brevísima. Seguimos adelante recordando el camino
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