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76 Paz interior. todas las secretas infidelidades, que son toda la cáusa de vuestras turbacioues !. XXXH. Alguna vez no son selos los de- feetos sensibles, los que Dios castiga con esa pena interior, sinó algunas reliquias del amor propio que quiere purificar. Estas son algun moho, ú hollin imperceptible , alguna liga de- licada, de quien solamente puede separarnos el mas activo y penetrante fuego de la tribu- lacion ?. Lo que. debemos nosotros hacer en- lónces, y antes que todo, es, adorar la mano de Dios que obra sobre nosotros éstas rigurosas , pero saludables operaciones ; y su- plicarle que apresure su obra, á fin de que podamos amarle con el amor mas puro, y gozar de la paz intima de su corazon perfecto. XXXHIL Sin perjuicio de esta sumision entera á los golpes de la mano del Señor, debemos aplicar los medios ordinarios, para sujetar los escrúpulos: que jazgamos, que su Majestad nos envía, porque lo quiere asi; del mismo modo que quiere, que hagamos reme- dios contra aquellas enfermedades que nos envía su Providencia. para nuestro bien espiritual; y a mas deesto , porque podriamos muchas ve- ces engañarnos, tomando por eserúpulo de la Providencia , al que nace de otro principio, y los remedios hacen el mismo efecto que el mal, y entran igualmente en el camino de nuestra satisfaccion, del mismo modo que -las 1 Quia turbasti nos, exturbet te Dominus. Jos. 7,.28, — 2. Excoquam 2d púrum coriam tuam; et auferam omne stannum tuum £saé, 2, 23,

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