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Obstáculos, y medios para vencerlos. 69 todos los males del mundo; y es una prueba de esto, la grande pena que ahora mismo tengo por solo el temor de cometerlo. ¿Pues qué mal he ejecutado yo en este lance, que me sirve de materia á mi turbacion? Si yo soy culpable, no puede ser mas que por algun descuido , ó por alguna flaqueza poco rellexio- nada. Que yo haya consentido en la culpa, es contra todo do que esperimento y aparece en mi. El hombre no pasa en un instante y sin medio, de un extremo á otro: esto es, del cuidado de su salvacion y áun de la misma perfeccion, á rebelarse contra Dios en un pe- cado mortal. Caer hasta el fondo del abismo, no sucede sinó cayendo por grados. Se rueda alguna vez bien rápidamente, es verdad; pero al fin se rueda: no se precipita; se baja de Jerusalén á Jericó. Para pecar morlalmente, es necesario un consentimiento perfecto; y yo tengo llena razon de erecr, que si hubiese estado en toda mi libertad y reflexion, en la Ocasion que me dá pena, me hubiera causado el pecalo mortal el mismo horror, que me dá ahora XXVIHH. Esta reflexion puede tranquilizar mucho a un alma, en aquellos escrúpulos, que miran unicamente a lo pasado; pero por los que miran al tiempo presente, en aten- cion al pasado, como son las dudas que pue- den ecurrir sobre haber cumplido suficiente- mente ciertas obligaciones, y sobre si deba volverlas á cumplir, que es la que dá mas lormento á los escrupulosos, ellos mismos

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