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Oustáculos, y medios para vencérlos. .63 esto. Todo esto es poco, si no estais tran- quilas en vuestra obediencia; si no obedeceis, tanto de entendimiento, como de voluntad; si someteis vuestras dudas sin olvidarlas; si no las dejais del todo á los pies del Confesor, antes Os las llevais, para volverlas á” prosen- tar en las confesiones siguientes; Ó si, sin lHevarlas de nuevo al Tribunal sagrado porque él no quiere volverlas á oir, os las tsenchais a vosotros mismos y suspirais en secreto, des- pues de una certidumbre de luz, que os ha presentado Dios-en la Autoridad, que' es la mas segura: y en fin, si obedeceis como un esclavo, menos por gusto que por necesidady menos por diferencia y conformidad á la Au- toridad sagrada que os decide, que por fe- mor de los últimos excesos del escrúpulo que Os atormenta: de este modo no obedeceis sinó imperfectamente, alimentáis con todas vuestras reflexiones el gusano que os devora; y estais siempre en una disposicion próxima á caer en los tristes excesos del escrúpulo más molesto. Sed pues de una sumision tranquila, y no de: una sujeción inquieta. Olvidad las dudas que descansan y disipan vuestra alma, y que turban todo el espiritu interior. No examineis más, lo que ya está decidido por una clara prudencia. Caminad siempre delante de vos- ulras : porque volver sin cesar sobre los mis- MOS pasos, es el medio mas seguro de no adelantar. Cerrarse, y volverse"á cerrar deñ- tro del cirenlo de las perplejidades , es renun-

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