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8 Paz Interior. por la conciencia y en el juicio práctico de 1 razon, que nos dicta lo que debemos ha- cer en aquel momento, en que estamos bien / tos para obrar. Las L son s 101 las mismas, pero no obligan igualmente ; y ue se peca igualmente en Su trasgresion , si no mn ¡ienalmente dictadas por una conciencia recta, La ignorancia invencible, la verdadera buena fé, escusa de pecado á los que quebran- tan cualquiera Lev divina ó humana; porque la conciencia no les propone entóuces esta Lev. Por esto dice san Buena ira: Que la iencia ancha, muchas $. salva al que E merecía ser condenado: esto es, ul be hace obras en sí mismas dignas de la eterna eon- lenacion; porque no le dicta, que la Ley que él traspasa, le obliga en aquel momento. Y al contrario, la conciencia muy rigida, con- dena muchas veces al que merecia salvarse, no porque este hace cosa que le haga indigno, sinó porque no hace lo que la conciencia le propone como. obligacion 1. Pues si un eseru- puloso , agitado de algnna perplejidad en la materia de ciertas obligaciones , que él teme no haber cumplido; despues de haber propuesto su duda á su director sabio y diestro , hace que éste le. prescriba sin algun reparo lo que debe ejecutar en esta duda sobre el priaci- pio universalmente recibido, de que un es- 1 Ñ ¿rupuloso debe siempre obedecer en sus dudas; ] k Í.. Conscientia nimis- la salvrat damnandum; mscientia nimis stricta d « PAS lamnat salvandum. 5. Bonavent in Compd. Theolog. ). 2, CAP. 924
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