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AN . C1s ¡ i ) 4 ' r ell Ñ ] Y i espant a heel í ] ) ¡ n il r a col Pensal is rqu is muy cerca de yuestro co- IZOnN vuestros Direc res Os ven d sde una ¡ mcia. Un Médico no padece el mal del ferm 1, embargo juzga por los sin- tomas, cerladamente jue juzgaria el en- JerIrad i li IBISDIO. úlas aun : Este testimonio de la conciencia, que os infunde tanilo miedo y que.os hace re- sistir alos que. os dirigen, ¿está puro, y li- bre de incertidumbre? No os atrevereis á de- cirlo? La deci r de vuestros Directores ¿no € tienen 5us caraci Í ? N pode IS n rarlo Pues ya.no feneis que decir por qué cor cendeis, y Ós. rendis a un testimonio incierto y confuso con preferencia al que es seguro y claro. ñ ] XVII. Lo he icho ya: mas no dejaré de repetirlo. La obediencia es el. grande y casi único remedio de. los eserupulosos. Esta debe ser pronta , resuella y conslante : debe vr el frulo de una enfera confianza. y DO de una autoridad despóútica: debé rendir el entendimiento, del mismo modo que el cora- Z0n:.de otro modo, el remedio será jue la enfermedad : y esto no es porque sea M sario ha rles 7 1105 razonar LOS 112 ¡ 1 COIIOsS E 1454 10 ' «au y £

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