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az For. milan sobre muy pequeñas materias, á fia de ner ocasion de producir sus ideas y mani- festarlas. El hábito se forma insensiblemente: el entendimiento sutiliza mas y mas; y cada 1mstante ocurren nuevas reflexiones sobre si y sobre sus obras¿ y estas no son ya dudas de eleccion, sinó perplejidades crueles é inevita- bles; y por haberse ocupado mucho en la com- placencia de si mismo, se ven en la dura ne- cesidad de vivir en ellas con no pequeña an- pl Z La duda es la que dá el tormento á los « SCrupuiosos ; y para hacer reinar la vaz en su alma, no. deben ocuparse en ella. Para aquellos que no padecen esta enfermedad, una duda es duda; pero para: aquellos que la su- Íren, una duda es una preocupación favorable y. Casi ya una certidumbre; Pero ay! ¿Qué dudas no hallará un crupuloso en sus per- plejidades continuas? Mas si él quisiera hacer una digna reflexion ; dudaria bien de su misma duda. Ni hay en él cosa tan confusa como sus ideas, ni le embarace otra cosa tanto, coma sus discursos sobre sus poco fundadas dudas: pero si tiene algunás verdaderamente, no hay hombre mas exacto, mas riguroso y decisivo que él. El error no es otra. cosa; que una torbacion y, una confusion; porque la verdad es, certidumbre y Juz.. Por eso: cuando un es- crupuloso dice sin dudar, que ha faltado á su obligacion , se le debe creer, pero entónces solo, y. no mas. XI... Esflorzarse á hacer calmar sus escrú-

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