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Ubstáculos, y medios para vencerlos. 41 los, se unea contra ella, para convertir en veneno el inocente placer que la iba infun- liendo, y comunicando la mas honesta Y dul- e sociedad ; y en medio de ella la obligan á veber un cáliz lleno de amargura , y la hacen 3ritarles con todas sus fuerzas y decirles, que no los consiente y que los detesta. Vuelve en- lónces á su dolor primero , y se arroja al centro de uma profunda soledad: pero ah! Que alli , alli está aguardándola su enemi- go, para saciar en ella todo su furor: la vé libre y desocupada : la vé sin consejo y sin arrimo y se vé solo con ella: y entónces repara con ventaja , lo que perdió en los mo- mentos de una feliz distraccion. Las acusacio- nes que la hace, son capitales , las pruebaz son especiosas, ostentosas y aparentes; pero la coudenacion es cierta. Y ¿qué hace esta alma? ¿Apela entónces, y se echa en los brazos de la misericordia de su Dios? Este es el remedio de todas las otras desgracias, pero no para ella entónces ; porque el cruel escrúpulo le quita este recurso, por las vivas pinturas de unas ofensas quiméricas contra Dios, y de una ira de Dios, mucho mas qui mérica entónces , contra sus ofensas. El seno tierno y paternal de este Dios, al cual ella se arroja alguna vez por una especia de rapto, y si me atrevo á decirlo, de de- sesperacion , antes que por el movimiento afec- tuoso de un amor ordenado de confianza : esta seno , digo, paternal y divino, del cual creo que ha de ser. rechazada con indignacion , es %