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38 Paz Interior. un nuevo mérito á todas sus acciónes , y que en milocasiones nos asegura, disipados nues- tros escrúpulos : aquella serenidad, que des- pues de la Ley de Dios y las obligaciones de cada estado, decide casi toda nuestra cunducta, y por decirlo así, tambien decide nuestra sa- lud eterna. La paz interior, que nos procura esta serenidad, es como la materia primera de todas las virtudes y de lodas las humanas obras ; esta es aquella paz intima, que todos los dias honra á Dios, y que nos dispune .á la contemplación y á la union con su Majes- tad ; y está es una calma divina, que en me- dio de la tierra es una imitacion de aquel de- Heioso descánso , que se gusta y logra en dl Cielo; y por esto debemos procurarla por to- dos los medios posibles , sin perdonar trabajo NIOguno. Pero para poseerla sin alteracion, es precisa la sencillez y la ingenuidad , sin admitir al lado á la imprudencia: es preciso pensar bien, y diablar de una manera noble y elevada, pero sin altanería : evitar las amistades humanas sin ser incivil: verlo todo, y entenderlo todo, sin mirar ni atender á nada, ni escuchar sinó solo aquello que la: necesidad pide: guardar siem- pre una conducta grave y séria, digna de Dios, y que pueda servir á-la eternidad dichosa, a (e debemos aspirar: evitar los entretenimien- los, cofro una flaqueza, solamente concedida a la edad mas tierna: atajar y separarse de todas las diversiónes inútiles, y en aquellas que son Necesarios, nO permitir entrada á lo

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