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316 6 Paz interior. MH. Una cosa de la cual las personas yir- tuosas no estan siempre muy desasidas , es su sanidad; y el amor propio no deja bajo de hermósos pretestos, de justificar el cuidado escesivo con que la tienen. Si ois á este en-. gañador familiar, jamás tendreis un momento de reposo. Temereis siempre ó arruinar vues- tra salud, Ó no poner mucho cuidado para restablecerla , ó hacéros inútiles, ó no hacer lo que precisamente es necesario. Las vigilias os acalorarán , los ayunos os enflaquecerán, la oracion os consumirá; y será necesario muchas veces reparar vuestras fuerzas para ser- vir mejor á Dios, como si el servicio de Dios no pidiese el sacrificio de vuestras fuerzas, y este bello celo de poneros en estado de prac- ticar la virtud, hará que nunca la practiqueis. Vosotros estais reflexionando sin cesar so- bre lo que conviene á vuestra salud, ó sobre lo que le es contrario. ¡Ah! ¿Os habeis puesto á servir á Dios para ser buen Médico con el discernimiento de lo que es útil al cuerpo; ó para ser buen cristisno con la práctica de lo que justifica el alma? ¿Qué importa que los ejercicios de esta enflaquezcan á aquel, que no ha sido hecho sinó para ella? ¿Es necesa- ria la fuerza de un Atlela para ganar el Cielo? O ¿es precisa la gordura para servir á Dios. como para servir á los Reyes de Babilonia? ¡Hebreos timidos y sensuales! 1d á edificar se interits relinquere , Deo conjungit. Imit. Christi, lib, 3 cap. 56.
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