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312 Paz interior. les viésemos sinó como arboles que se mue- ven 1, no estariamos mas distraidos en medio del tumulto de una Ciudad que entre la agi- tacion de una Selva. Que estas máquinas se muden ya en un sentido ya en otro; que es- tén cerca ú lejos de vosotros ;que tengan ojos ó no ¿qué os importa? Ni busqueis su vista ni la temais; y no hagais mas caso de su len- gua, que de sus ojos. «Si vivis como un hom. »bre espiritual é interior, tened poco cuidado »de las palabras que vuelan, y que nada tie- »nen de sólidas ; y hareis que no dependa vues- stra paz de los discursos de los hombres, que »ni ponen ni mudan nada en vosotros ?.» No os hace mejor su estimación, ni su despre- cio os hace mas malo; porque sus alabanzas y sus reprensiones, no hacen sinó aquellu que mereceis. Tened una buena idea de todo el mundo sin ocuparos mucho: escusad sus faltas sin ra- ¿onar mucho : estimad su virtud sin sulilizar demasiado: preferidlos todos á vosotros sin larga ni menuda comprobacion y este es el medio de evitar una infinidad de tentaciones. Presentáos solo delante de Dios solo, y no hallareis en vosotros sinó recogimiento, hu- mildad y caridad. Hay muchas veces peligro, y mas veces ioutilidad en juzgar de sl, por comparacion con los otros. Sea lo que fuere de ellos , vosotros suis siempre los mismos: 3 Videbo homines velut arbores ambulantes S. Marc. 8, y.24 — 2 Imit. Christi. ib. 3, cap, 28

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