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294 Paz interior, bajo los pies, y. los ojos fijos sobre aquellas: ¿i es necesario dár alguna atencion á lo que sucede, no mirarlo sinó con el ojo izquierdo, teniendo siempre el derecho inmóble sobre los bienes celestiales que nunca han de tener fin, y bíen lejos de dejarse arrastrar de las cosas iérrenas , levantarlas hácia sí para servirse de ellas y no darlas la inclinacion : mirarlas to- das ; y usando de ellas segun los deseos de Dios que están llenos de órden y sabiduria, mirar siempre sus adorables deseos y no tanto lo que se hace por cumplirlos, ó el fruto que se espera : no atender en fin las cosas, sinó de parte del alma; de suerte que nada nos toque ni nos saque del fondo de ella. Mas esto pide una relacion que haremos despues; porque aquí no consideramos este desembarazo sinó en cuanto mira á la tran- quilidad del alma entre la multitad de las ocu- paciones. VII. Yo no sé qué nos puede apresurar tanto, y darnos en nuestras ocupaciones este impaciente ardor que no podemos contener. £l genio tiene mucha parte en esto: pero yo creo, que él no es solo el que nos inquieta tan vivamente , sobre todo cuando llega hasta la turbacion 6,á alguna oculta impaciencia; y sin embargo, hallamos en nosotros este ardor inconsiderado hasta en las acciones, que pa- rece debian estar mas libres del amor propio y conducirnos á este santo reposo. Lo digo”esto con vergúenza mia; pero me 3bliga la verdad á esta confesion pública, y

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