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256 Paz interior, sido meditada por largo tiempo , tanto eomo el. mal puede permilirlo y que no. ha sido preparada econ la oracion , tendrá las mas ve- ces á la pasion por principio ú por efecto. En los primeros movimientos de muestro ar- dor, que nuestra ilusion disfraza con el nom- bre de celo, nos turbamos y turbamos á los otros: nos confundimos todos, nos condenamos, nos alabamos sin discernimiento ni medida: chocamos con aquellos á quienes queremos corregir , y á los cuales importaba ¡antes de haberles ganado la aficion. En esta confusion no sabemos elegir ni los medios de insinuarnos, ni las palabras, ni el gesto para hablarles como es necesario ; y por eso, tanto de una como de otra parte, todo es fuego, aspereza y des- pecho. V. Los antiguos Solitarios, hombres de una virtud consumada, meditaban mucho tiem- po, consultaban entre si, concertaban sábia- mente los medios mas dulces para corregir a alguno de sus hermanos, cuya santidad debia inspirar tanta confianza á su celo como respeto ásu disereecion. Usaban de este manejo cuando solo se trataba de faltas muy ligeras, cuya cor- reccion debia mas lisonjear que ofender á aquel, en quien solo se veian imperfecciones que eor- regir. Nosotros al contrario, hacemos colorear y avergonzar á los que reprendemos, apoyán- donos sobre la gravedad de la falta que han cometido; y la exageramos contra las reglas de la prudencia; y no dejamos de valernos de la que aún está reciente, y nos descompone-

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