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Práctica. 253 aprobar: que jamás tienen quietud ni dentro ni fuera ; y cuyo celo devora el cuerpo como el corazon ; porque las agitaciones que les da el enemigo de su salud , destruyen igualmente la santidad def uno y la paz del otro. M. Cada uno debe llevar su carga. ¿Que- réis vosotros llevar la de todos los demás? Queréis poner el órden con «el desórden de vuestra pasion , y corregir lus. faltas de vues- tros prójimos con las vuestras ? El hipócrita mismo que condenó Jesucristo, dice modes- tameme: «Hermano mio: permitid que os »quite una paja que llevais en el ojo. » Y vos- otrós ¿os hareis un mérito en arrancarla ás- peramente con autoridad y violencia ? Exac¿r- báis el mal de vuestro prójimo , en lugar de curarlo ; y con vuestro enojo destruye la eor- reccion la virtud, que la manda. La cavidad es paciente y dulce 1: vuestro celo es in> quieto y amargo : este no tiene que ver con aquella, mas que una agua salada com la dulce, como dice el mismo apóstol 2. «Y »si alguno quiere ser sábio y prudente entre »vosotros (continúa el mismo), se ba de »hacer ver con una conducta llena de dis- »creccion y dulzura. Si al contrario, estáis »animados de un celo lleno de amargura, que »escite la indignacion en el: corazon, y. las »contestaciones en las palabras, guardáaos de 4 Charitas patiens est, benigna est 1. Cor. 13,7. 4. 2 Sic nec salsa dulcem potest facere aquam, Ep. Ja- cod, 3, Y, 12,

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