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16 ” Paz Interior. los movimientos de las pasiones: pero se ha de advertir, que se debe desconfiar de los que parecen producidos por la gracia y por la vir- tud, desde el punto que alteren nuestra tranqui- lidad. Arreglemos, pues, nuestro corazon, y lodo estará arreglado en nosotros. Estemos en paz , y nuestros pensamientos serán todos pen- samientos de paz, como los de Dies 1. Los que nos turban, tienen su principio en el corazon, antes que en el entendimiento. El corazon dirige al entendimiento como quiere; él lo rezula, si él se regula a si mismo ; pero sI €l se apasiona, le oscurecerá las luces. El corazon es siempre el dueño dentro de nos otros: si él se entrega al génio, al capricho, á la cólera, turba y desconcierta todo el in- terior y la sujeta todo: y es raro el entendi- miento , por muy racional que sea, que no pruebe la tirania de un corazon apasionado. ¿Con quién, pues, se ha de tratar de la paz? Con el esclavo, Ó eon el dueño? Y hasta que este tranquilo este ¿podrá estar recogido el Otro? Y si, por imposible, lo estuviera . se- ria este recogimiento una ociosidad interior, y una especie de estupidez 6 embelesamiento, donde el entendimiento estaria, no propiamente sin distracciones, sinó en cierto modo sin pen- samiento; y donde él se ocupavia secretamente en su misma inacción, hasta que el corazoh tranquilizado le suministrára ó permitiera al- l- Ego sejo cogitationes. quas ego cogito super vos, git Dominus, «cogitationes pacis , et non afílictioms,
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