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CAPITULO VII. La: paz interior favorece para el recogimiento. Nadie ignora, cuán necesario es el recogi- miento para la vida interior. Todos los libros espirituales hablan muy á lo largo, y prescriben para esta diferentes reglas, ya los buenos pensa- mientos, ya la atencion á la presencia de Dios, ya. otras muchas; pero yo. creo que, el medio mas. necesario , el menos sujeto á inconve- nientes, y sin el cual los otros le podrán servir pocas veces de grande utilidad, es la paz interior. Los demás ejercicios pueden ocuparnos dema- siado , ilusionarnos quizás , y muchas veces distraernos hasta el puto de interrumpir la operacion de Dios en nosotres, porque ni se encaminan directamente, ni llegan al origen mas ordinario de nuestras disipaciones que está en Muestras pasiones y en nuestra actividad ; y aun alguna vez no producen mas efecto que acalo- rar nuestra imaginacion. Si estos ejercicios ocu- pan solo al discurso, es perder el tiempo; si por el discurso se dirigen al corazon, es andar en rodeos. ¿Por qué no ir directamente al eo- razon mismo que es el asiento del bien y del mal? Este es el corazon de Jerusalén , á quien Dios quiere que se le hable 1. Y por esto, el medio mas breve de apartar los pensamientos inútiles y ligeros, y de no tener sinó los pia- dosos y convenientes, es hacer cesar , todos 1... Lóquimini ad “cor Jerusalem. Zsai. 40, 2.

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