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Práctica. 239 santificacion y virtud, hasta los pecados en que cayó. Las infidelidades que comete, au- mentan su «fervor; asi como un gran fuego cuando le hechan algunas gotas de agua. Y Dios que vé cuán úliles son estas infidelidades, las permite con providencia y las perdona con bondad. ¡Oh Dios de misericordia infinita ! pues sacrificais asi vuestra gloria á nuestra utilidad, y sufris que seamos ingratos, infieles y culpa- ados, para que seamos mas humildes , circuns- pectos y santos. VI. Mucho me detengo en este copitulo; pero mi prolijidad debe hacer comprender a estos penitentes inquietos , cuánto cuidado pide su estado, y cuánto fundamento tengo para condenar su impaciencia. Yo multiplico las re- flexiones ; porque la esperiencia ha, enseñado que aunque ellas son muy necesarias, puede hacerse poco en-un estado, en que apenas se puede aprovechar á otros. El entendimiento ofuscado con las mas tristes imágenes y el co- razo cerrado con el temor, apenas dejan al- guna abertura para que entre alguna luz y al- gun consuelo. Por eso pido ú estas personas que me escuchen tranquilamente, y que cal- men por un momento todos sus temores. Y como su situacion no es aquella en que pue- de absolutamente exigirse su obediencia, yO me esfuerzo á hacer sensible su necesidad. La autoridad sirve de persuasion; y cuando yo acierte á convencer que mando con razon, estoy asegurado de mandar con éxito feliz en otras mil ocasiones, sin dar razon de lo que mandáre, ls
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