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Práctica. 297 de noche, buscando á quién devorar; pero apenas asoma el dia, se esconde en sus Obs curas cuevas. El Padre de la Soberbia á nada teme tanto como á la humildad, que deseu- bre todas sus miserias; y la abertura del co- razon, es como una salida para el fuego in- terior de la tentacion el cual, cerrado escilará siempre violentos embates y funestos sacudi mientos. Pero es necesario mirar bien, á quien se elige para descubrirse ; porque si fuese poco esperimentado se arriesgaria á que exacerbase la llaga del corazon, en vez de curarla, y tal vez á ensuciarse á sí mismo en vez de limpiarla. MÁXIMA CUARTA. Es importante no multiplicar reflexiones sobre la dureza de las tentaciones, sobre su vivacidad , sobre el riesgo de: eonsentirlas, sobre la tranquilidad de los que están exen- tos, sobre la incertidumbre del tiempo en que acabaron todas ; porque no pueden hacer otro que afligir, á mas de lo que alligen ellas. por sí mismas. Pero es necesario velar, Orar, des- confiar de sí mismo, confiar en Dies, evitar las ocasiones euinto se pueda, sim salir de los términos de la prudencia. San Pedro ca- mina con firme paso sobre las aguas del mar mientras no mira sinó á Jesucristo ; pero eo- mienza á sumergirse, desde que se aplica á considerar los turbellinos del viento y las on- das que levanta 1. 1 Ambulabat super aquam, ut veniret ad Jesum : videns RAS, O RE 3 z : P

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