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din Paz interior. algun ejercicio moderado ; y de este modo ax . hareis tranquilos. IT. Mas áun cuando se halla retirado yues- tro enemigo, no lo llameis para saber los golpes que os ha dado, v si los habeis des- viado presto y bien, para libráros asi de re- cibir alguna herida ; porque esto seria volver al combate con mas riesgo , pues vuestro con- trario conserva toda su fuerza, y vosotros ha- ÍS quedado debilitados ¿el pi er choque.” ¡A enantos ha engañado el demonio por este término! El ha vuelto contra ellos la deli- cadeza de su conciencia, que los hace con:zo inaccesibles al mal: los ha enllaquecido insen- siblemente y los ha vencido , haciéndolos vo:- ver sin cesar sobre estos pensamientos enga- ñosos, por examinar si ellos habiun sido en- gañados. Olvidad pues la especie, la ocasion, le dureza del combate y aún Jas mismas per- plejidades que os ocasiona. Y si en conse- cuencia es necesario tranquilizar Ja conciencia timida y atemorizada , poned los medios me- nos un examen muy continuado y menudo, que sera tan peligroso como podía ser favo- table el juicio sobre los siguientes principios: Que jamas se-ama verdaderamente lo que se tiene miedo de amar: que lo que fatiga, nO agrada: que no es el sentimiento sinó el con«w sentimiento, el que hace el pecado : que cuanto el debate es mas violento , mas es manifiesta la resistencia : que la impresion del mal que sufrimos, es una materia de mérito; y que ordinariamente en las persorlas tfimoratas Y a e E PTA E A

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