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184 Paz interior. justas son como otras tantas flores en el in del Esposo celestial, y todas no tienen una misma hermosura, ni exhalan el mism» aroma. Su variedad hace brillar admirable- mepte a Sabiduria Divina, de quien son he- churas. La santidad fiene muchas formas. como gracia que” es su simiente; y asi demos y démosle en su tiempo , y no mir n los de los otros, sinó para admirarlos 1, ¿Qué haré yo, Padre mio? Decía un So- litario á un antiguo, juien consultaba. Des- pues que estoy en el Desierto, no he podido Dv k cu hacer sino trescientas oraciones por día; cuand se que una Doncella que viye en un pueblo, hace Ha 5, y su ejemplo me con- funde y me-turba?i Pues yo le respondió el jo, NO ) sinó ciento, y no m remuer i tu lo sien y jue puedes. ¡Que l Ñ pl E Ñ , ) 0 » na be e y Un Solitario padel i¡n pena en su concien d 1 nf Oracion: al í iWenacion de nuestra tibieza, nu . o 1 ' > 1 cia la oracion! 1 ! lecientas: n cuando la de una 1 le, de un grande áliento fe 1 hombre de una vir. ] e hace lo qu una d cella: por E nota no da a todos la

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