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Práctica. 475 lNegar a la propuesta virtud. Los principiantes poco yersados miran estos vehementes deseos, * como golpes de viento que los arrojan rápi- damente hicia la puerta; pero en efecto no hacen otro, que hacerles dar una vuelta ó sacar- los de -la.calle. Asi san Francisco de Sales í, hombre tan ilustrado sobre la conducta inte- rior, quiere que esté el corazon muy ancho, y que no lo.opriman mucho los grandes de- seos de la perfeccion. Supuesto , pues, que todas las virtudes estan unidas y que se dan la manómútuamente , no hay alguna. que sea. opuesta á otra, Principio constante y regla invariable, sobre la cual se debe hacer el juicio de algunos movimientos de piedad , y de ciertos. ejercicios, personales, que no. deben ser: mirados 'eomo produccio- nes de la virtud , desde quese oponen á la obediencia y á-das paz. La. primera de estas Yicludes-es-una regla viva sensible y no muda, que puede facilmente aplicarse. La segunda es inferior y. escondida; pero: se deja discernir hien-de un alma un poco atenta, Nosotros no debemos desear las virtudes , sinó por la glo- ria de Dios y. por nuestra santificacion. La gloria de Dios consiste en el cumplimiento de su vo- luntad ; y nuestra santificación en la renuncia de Ja nuestra. Dios, pues, quiere que reine la,paz en nuestras almas sobre todas las vir- tudes ;-que regule los deseos y que dirija los ejercicios ; y si nuestra voluntad trastornase 4 -Epist. 39. cap. 3, o ne
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