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E IRA o A AA 160 Paz interior. atencion como respeto: lo mira con sus ojos lle: nos de simplicidad y de candor; y aunque se balla desprevenido , lo trata como puede; «sin turbar su alegría , ni la de los otros convidados con su apresuracion, ni con su inquietud. Lo recibe sam Pedro en la suya, pero sin inquie- tarse de lo que le falta, para recibirlo con decencia ; persuadido de que pues nada se le escondía, queria contentarse con lo que en ella: hallara ; y bien lejos de turbarse y de creer que, el Salvador se ofenderia de la indigencia de aquel acogimiento , le pide confiadamente una gracia, y le presenta a su Suegra enferma, suplicándole la conceda la salud, á que res- pondió benigno con el favor. Las dos Her- manas del Evangelio son favorecidas con ta visita del Soberano Maestro: y cuando Marta se apresura por recibirlo bien y regalarlo; Maria le recibe con mas humildad que alan; con mas reposo que ardor; y tan sosegada y sentada su alma , como su «cuerpo: Sedens. Oye las palabras de vida que salen de su ho- ca, y no le dice siquiera una : Audiebat; y con todo eso logra ser distinguidamente ala- bada. El Hijo de Dios vá á casa del Centurion: éste se abanza á gran paso, porque aquel no se apresute; y saliéndole al encuentro le di- Ce: «Señor, no os deis prisa; yo no me- »rezco que Vos vergals ¿4 mi Casa. ¡Ah! ¿Por »qué quereis tomaros: tanto trabajo inútil- »mente ? En este instante y desde este lugar »en donde estamos, podeis mandar á la en- mMermedad de mi Criado, como yo mando

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