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158 Paz interior. que nace del mismo principio. Estos últimox que quieren ser muy cumplidos en sus casas y se glorían de serlo , y desean que todos sé- pan que lo son; sorprendidos de una visita, se entregan por un cuarto de hora al desórden yá la confusion; se apresuran, gritan contra sus domésticos, se inquietan, aturden al mundo; los hacen gemir en secreto; y últimamente la reciben muy mal por querer recibirla bien. Decidme ahora : ¿Si os recibiese un amigo de esta suerte, no lo sentirias? ¿No estariais mas disgustado del afán y turbacion de la casa, que gustoso del buen órden con que os reci- bia? No tendríais tal vez la libertad de decirle: Yo he venido por veros , no por vuestros do- mésticos ni por vuestros muebles, estad de gra- cia. conmigo y hacedme el gusto de que yo goce tranquilamente el placer de poseeros y este mé basta. ¿No es así? Pues Jesucristo os dice poco menos, cuando desea entrar en vues- tras almas: Mis delicias son, estar con Jos hijos delos hombres *; y yo me complazco con los pobres , singularmente si ellos tienen la humildad, que es la posesión primera de su eslado. Los cojos , los ciegos, los paraliticos son aquellos, con que yo lleno la casa de mi festin 2: á esto Hamo á los pequeñuelos, y á aquellos en quienes la gran confianza de acer- carse á mi, parece locura y necedad 3; como 1 Delicige mea esse cum filiis hominum. Prov. 8 , 31. 2. Pauperes, ac Idébiles, cxcos, et caudos introduce húuc. Lie 14, 94. —3Si gts est párvulos, veniat ad me, Et ¿nsipientibus loc ut: t: Venite, comedite. Prov. 9,4.

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