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Práctica. 143 la primera calma, para poder dilatar vuestro corazon delante de su Majestad Divina; por- que esta misma turbacion debe inspirarnos la mas llena y gustosa confianza en su bondad; pues Dios jamás ha estado mas cerca de vos- otros, que cuando padeceis por él, no solo las penas de fuera, sino tambien las que su- fris dentro del corazon: 1. Decidle entónces con una simplicidad tranquila: «Señor , vos sois »testigo de mi situacion amarga : mi alma está striste , y ubatida: mi entendimiento está en »un continuo estravio : mi imaginacion se me »lleva muy lejos, si quiero seguirla ; y me »agita y cansa, si quiéro detenerla : la turba- »cion de mi corazon, es estremada : los ne- »gros vapores que levanta su fermentación, »me ofuscan y aturden : apenas me hallo pre- »sente á mi mismo , ni estoy en mi sinó por »el sentimiento de mi dolor : Jas mas sensi- »bles penas, los mas vivos temores, las imá- »genes mas oscuras, las reflexiones mas en- »fadosas me cercan de tropel, y devoran á mis »ojos cuanto podia servir á mi corazon de »consuelo 2. Si quereis darme uña situacion »mas tranquila, facilmente lo podeis hacer. » Una palabra vuestra, basta para poner en »calma este alterado mar. Un rayo de vues- stra luz puede disipar en un instante estas »tinieblas , y volver la serenidad á mi alma. 4. Juxia est Dominos iis, qui tribulato sunt corde, Psalín. 33,19. — 2 Circumdederunt me mala, quo- yum non est numerus, et non potui ut viderem, Psalm. 39, 15.

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