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120 Paz interior. j mor de perderlos muy presto, los encuentra vacios, en el tiempo mismo que los poseia con gozo: porque los bienes groseros y li- milados, no pueden .penetrar ¡hasta el cora- zon, ni llenar un alma que ha sido hecha para el infinito bien; y las cosas terrenas y perecederas, no pueden ser alimento de una criatura inmortal. Ella bien puede divertirse en el olvido de si misma, pero no puede alimentarse, así como el aire que puede llenarnos, pero no saciarnos ni servirnos de nutrimento. Mas en cuanto á Dios, lo halla en el fondo de si misma; y está segura de hallarlo en su corazon todas las veces que se entra en él; y encuentra alli su alimento, su fuerza, y todo cuanto puede desear. Dios, como infinito , llena su capacidad; y ella conoce, que nada le falta. Bien podian exagerarla la opulencia de los mundanos y su indigencia propia; que todos los discursos del mundo no preyalecerian jamás contra el dictámen, que ella tiene de su propia felicidad. Una sola cosa tiene que desear, que es, unirse mas y mas con su objeto; pero este deseo no es de la naturaleza de los que turban: antes al con- trario, leva la calma en el corazon, ya con la esperanza que vá en su compañia, y ya con el gozo que supone y se le aumenta 1. 1 Hoc est vera cordis requies, cum totum in amorem Dei ver desiderium figitur, August. Man. 29,
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