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112 Paz mtenor. fervor sensible nos es estranjero: solo Dios puede darlo; y si no lo dá, tal vez lo, niega por nuestras faltas. Pero si llevamos esta pri- vacion con humildad, y con laboriosa pacien- cia, este fervor seco, sustituido á un fervor gustoso , no será un delito nuevo : ni seremos culpables porque seamos afligidos. Al contra- rio, el corazon de Dios se verá tocado y he- rido de nuestra penitencia, y no tardará á consolarnos. No tenemos, pues, motivo para perder la paz en nuestra afliccion, cuando el Señor no tiene sobre nosotros otra cosa, que pensamientos y deseos de paz 1; y quiere mas que nosotros , ver probada nuestra paciencia y espiadas nuestras culpas , por poner término a nuestras penas 2. Por lo demás , vuestro es- tado no es nada menos, que una verdadera tibieza; pues no os precaveis contra las mas ligeras faltas, ni gemís por las de fragilidad, mi llenais las obligaciones de vuestro estado y las reglas de vuestra conducta; y si en estas mezelais alguna negligencia , la tierna vista del Señor no verá en ella sinó un afecto natural del estado paciente; y si me atrevo á decirlo usi, del estado forzado en que os hallais. ¿Por qué, pues, conservais una tibieza for. mal, capaz de hacer que os destierre Dios de su corazon, y os vomite de su boca? VI. Acabemos ya vuestra apología , para que logre la calma vuestro corazon. Deeis, 1 Ego cogito snper vos cogitationes pacis, et non af- ilictionis. Jerem. 29, y. 11 2 Ut dem vobis fidem. et vatientiam. Jbid.

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