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Paz Interior. cosa que á solo él. Cuando decimos a un ámigo ¡ue lo amamos sinceramente; que. cuanto te- nemos esta a su dis )JSICIOA; y que estamos prevenidos y prontos para sacrificarnos por él; satisfechos de nosotros mismos, y creemos que €l tiene motivo para estarlo, aunque le hayamos dado esta seguridad con un tono simple, sin gestos espresivos, Sin una vista Nena de fuego, sin movimientos de convulsiones , sin una respiracion fuerte y pre- cipitada. Y ¿por qué? Porque sabemos que las espresiones nafurales y los medios ingénuos, son verdadero lenguaje d Corazon ; y que no es otra cosa que esta lo que puestro amigo pide. Y ¿pensamos acaso, que Dios nos pide otras ventajas ? ¿Nos ha dicho alguna vez: Dad- me vuestra cabeza 0 vuestro pecho, vuestras manos ó vuestros ojos? No. por cierto. Dé- mosle, pues el corazon que pide, y quede- mos descansados. MH. Mas hay aún ; y esto es, que debemos reprimir , dulcemente estos movimientos sen- sibles, cuando ellos vienen, sin: que nosotros los hayamos escitado. Estos borbollones inte- riores de una imaginacion ardiente; estas sa- lidas de un natural activo , y muchas veces presuntuoso, no hacen mas que lleyarnos é hincharnos con: la devyocion.- Esto: es , dice el Apóstol san Pedro , un fervor extranjero , que no hace mas que estraviarnos, lo que es para posotros una tentacion verdadera 1. Nuestro estamos 1 Nolite peregrinari in fervore , qui ad tentationem wobis fit. Petr. 4, 12,

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