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Medios para adquirirla. 95 ¡ue pedian ellos regularmente; porque temian menos al honor y lustre, que su austeridad les ocasionaba, que a los males efectos que ro luciria su negligencia. Na obstante , sin algun movimiento parti- cular que salga del camino acostumbrado, no es menester que este rigor llegue á una in- flexibilidad estremada, porque es necesario ceder prudentemente a la necesidad y á la decencia; porque esta dureza huele á capri- eho y á obstinacion, deshonra la piedad, causa incomodidad al prójimo y es ordinariamente una produccion del amor propio; y es direc- tamente opuesta á la paz interior que pide esta docilidad, á vista de la cual, todas las iuerzas esti riores se amorltiguan sin ruido Y sin violencia; y por tanto es preciso doblarse sin resistencia, sin pesar ni disgusto, á lo que piden y exigen de nosotros la caridad, Ja humanidad y la razon; tomándolo si es ne- cesario, como una de Jas reglas de conducta: porque tengamos cuidado de no relajarnos ni dispensarnos muy fácilmente, porque esto no seria ya una condescendencia, sinó una verda- dera disipacion. Donde está el Espiritu de Dios, alli está la libertad, pero como dice muy bien el Ilustre Obispo de quien yo he hablado, esta libertad no es libertinage. Seamos dóciles y flexibles, pero tengamos fuerza y consistencia. Por lo demás, la exactitud á los ejergicios per- sonales y libres, no deben jamás molestar al ejercicio interior de la paz y del recogimiento, pues no es necesaria sinó vara su conseryacion.

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