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Ñ ¿Quereis saber quién soy? «Yo soy el Peregrino-del Gran Rev,» respuesta atrevida que le costó una soberana paliza, pero que no fué bastante á cohibir la libertad santa del Siervo de Dios, el cual continuó cantando sus castos amores, Pues del mismo modo decimos nosotros, parodiando á nuestro Padre. Somos los pregoneros del Gran Heraldo de la Iglesia S. Francisco, y vamos pregonando en esta noche la Gran Manifestación religiosa que á la faz del mundo tratamos de hacer de nuestra fé y piedad seráficas; de nuestro amor ardiente á la Iglesia; de nuestra entu= siasta é inquebrantable adhesión al Sumo Pontífice Leon XnH Papa Rey); y de nuestra filial devoción á la Purísima Vírgen Ma- ría, Madre, Patrona y Abogada especial de los Hijos de S. Fran- cisco. Tal es nuestra empresa, digna por cierto de enardecer los pechos de los buenos españoles. Efectivamente, valientes Hijos de Francisco, teneis mucha razón: en estos tiempos en que el soplo fatal de una revolución impía ha apagado y casi estinguido en muchos corazones el fuego Sacro -del amor á la Religión, á la Iglesia-y al Papa; á vosotros toca encenderlo, reavivarlo y propagarlo por medio de públicas y entusiastas Manifestaciones, Adelante, pues, con vuestra noble empresa, y que el Cielo os fa- vorezca con tiempo bonancible, La noche se despide tranquila y sosegada cediendo gustosa su lugar al hermoso día de la Manifestación. Trasladémonos ligeramente al Templo de Masamagrell, centro. de reunión de todos los Romeros. Entremos en él y coloquémonos en algún punto culminante desde el cual podamos ver como en un cua- dro toda la divina escena. ¡Oh, qué golpe de vista tan encanta- dor se ofrece á nuestros ojos! Está celebrándose el Santo Sacri- ficio de la Misa, en presencia de una asistencia de fieles que llenan las tres inmensas naves del Templo: en el presbiterio” se ven descollar como grandes estátuas cinco respetables guardias- civiles en gran uniforme, haciendo la guardia al Rey de los Cie- los. Seis banderas flotan á los dos lados del presbiterio que sir- ven como de sólio y decoración á la Mesa Santa, Otras hermo- sas banderas se ven colocadas en las columnas de las Naves en torno de las cuales están agrupados los hermanos Terciarios, ostentando todos ellos su pobre, pero noble divisa: es decir, el escapulario colgado al cuello y una cuerda ceñida á la cintura: las voces del órgano convidan al recogimiento: su monótona ar- monía es grave como el acto que se solemniza: de vez en cuando

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