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. Gran procesión con banderas, desde Masamagrel! hasta el Puig. <—Misa solemne con sermón en el Santuario.—Despedida y vuel- ta de la procesión á Masamagrell, donde debía terminar la sarta jornada. Tengan un poco de paciencia nuestros lectores, y verán cuán brillantemente ha podido realizarse dicho plan, y gracias al Cielo que nos favoreció con un tiempo bonancible, y á las au- toridades todas que se dignaron prestarnos todo su apoyo y eficaz concurso. Y al comenzar, es muy justo que consagremos un recuerdo á la poética noche que precedió al hermoso día de la Peregrina- ción. ¡Noche memorable por cierto! En ella reinó una agitación santa digna de describirse. A la hora en que el pobre jornalero vá á buscar ansioso el lecho pe descanso para reparar las fuerzas gastadas con el penoso trabajo del día, nuestros Romeros, casi todos trabajadores, renunciando al reposo y descanso de la no- che. acuden al Templo á purificar sus conciencias y á recibir la absolución de sus faltas. La gente vá y viene á la Iglesia como si fuera de día: se saludan unos á otros con interés, se cámbian mútuamente palabras de animación, se comunican el fuego del entusiasmo, se ensayan los cánticos, al uno se le ocurre dar voces de alerta, el otro toca una corneta en son de diana, se reunen grupos, encienden luces, enarbolan sus estandartes, y cuando han conseguido ver á toda la gente vigilante y dispier- ta, se dá el aviso y la señal de romper la marcha á través de las sombras de la noche, cuya oscuridad presta al espectáculo un encanto divino, digno de ocupar la imaginación brillante de los poetas. ¿Qué es eso? pudiéramos preguntar á esos grupos de gente tan alborozada que corre por los solitarios caminos. ¿Qué es eso? adónde os dirigís tan alegres y festivos? ¿Quién os saca de vuestras moradas á horas tan intempestivas renunciando al re- poso tan necesario de la noche? ¿Quién ha enardecido así vues- tros pechos? ¿Qué empresa es la vuestra? ¿Vais á conquistar al- gún nuevo mundo? ¿Os han prometido algún gran premio? ¿Y quiénes sois vosotros para turbar el silencio dela noche?... Que quienes somos y qué buscamos preguntais? Oidilo bién, somos los Hijos de aquel Heraldo de la Iglesia que salía por las noches á desahogar los incendios de su amor á Dios, exhalando suspiros en medio de los bosques, y detenido una vez por un grupo de bandidos que trataron de quitarle tan santa libe rtad, les: dijo:
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