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4 4 4 trono bajo el estrellado sólio del mismo Dios; pero si caducó entre los soberbios hijos de Lucifer, no ha caducado ni caducará nunca entre los humildes Hijos de Francisco de Asís que, en opi- nión de S. Buenaventura, mereció por su humildad ocupar en el Cielo el mismo trono que Lucifer perdiera por su arrogancia. No; no ha caducado la antigua Religión de nuestros padres; antes vive y vivirá siempre como una jóven llena de divinos en- cantos dentro de la noble familia franciscana. Esto es lo que vamos á ver probado hasta la evidencia en la brillante Peregri- nación al célebre Santuario de Ntra. Sra. del Puig, que hemos tenido la dicha de presenciar. La idea salió como naturalmente debía salir del corazón de un Padre que ama apasionadamente á sus hijos los Terciarios. Estos la acogieron al punto con un aplauso indescriptible. No parecía sinó que se trataba de alistarse para alguna de las grandes Cruzadas á Tierra Santa. Todo el mundo se agitaba esperando con vivas ánsias el día de la Ascensión del Señor álos Cielos, que era el designado para la santa empresa. Los preparativos se hicieron con una actividad sin ejemplo. Banderas, poesías, Can. tos, todo estaba á punto para el dia fijado de la Manifestación; pero ¡oh dolor! el Cielo quiso sin duda probar la fé, la pacien= cia y virtud de los fervorosos Hijos de Francisco, privándoles de todo su gozo con el horroroso temporal que se levantára en esos mismos días y que hacía de todo punto imposible la Manifesta- ción. Pero no; me equivoco; apesar de las lluvias torrenciales, y del aspecto imponente que presentaba el Cielo, aún hubo valien- tes que, despreciandolo todo, salieron de sus casas y llegaron al Puig en medio de una noche que causaba horror; estos fueron un centenar de Hermanos, hombres y mujeres de la Congrega- ción de Castellon de la Plana, á la cabeza de su digno Director, los cuales, como no recibieran á tiempo la contra órden que se había dado, no creyeron deber retroceder ante las contradiccio- nes del tiempo ni de la noche. ¡Bravol aquí se vé que los Hijos de Francisco, cuando se trata de una empresa santa, no se arre- dian por nada ni pos nadie, sinó que van adelante haciendo fren- te á todo obstáculo. Estos héroes llegaron al Puig, á las ocho y media de la noche con los piés todos enlodados, el cuerpo .em- papado en agua, cansados y MIA tener dónde ampararse; pero lleños de un santo valor y cubiertos de gloria. La Providencia divina anduvo tan solicita y cariñosa con ellos que nada les faltó

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