BFCANT00048230000000000000000
li l 16 mienzan á desfilar una tras otra cantando tiernas despedidas que conmueven hasta derramarlágrimas. Por fin llega también nues- tro turno; fuerza es dejar el bendito Santuario donde nuestra alma se siente como bañada en celestiales delicias. Nuestra vista se dirige naturalmente al Trono de la Reina de los Angeles E ¡ para decirla nuestro tierno adios y pedirla su maternal bendi- Hi ción: los ojos no aciertan á apartarse de su preciosa Imágen, mi pero comprendemos que Maria, ella misma nos despide y manda ! que sigamos la procesión que está ya en movimiento y fuera de ap la Iglesia. Al i Vamos, pues, siguiendo á nuestros piadosos Romeros, que á 1 manera de los Exploradores de la Tierra de Promisión, van car= 1 1 gados de los ricos frutos que han recogido en su espedición san- 4 ta. Vamos en pos de su piadosa cohorte de escogidos Macabeos q que salen del Alcazar de la Reina de los Cielos, coronados de ' preciosos laureles ganados en su santa jornada. Vamos en com- ' pañía de los nuevos heraldos de la Iglesia que son los llamados ! á pelear, á vencer y morir por la mejor de las causas, que es la de | | Jesucristo Crucificado. ¿No los veis con qué alma sostienen enhiesto su santo estan» pi darte? ¿no los veis con qué entonación tan vigorosa cantan sus marchas y sus inspirados himnos? ¿no los veis con qué órden y pl firmeza guardan todos su puesto de honor? ¿Quién será capaz de hi romper esas gloriosas filas? ¿Quién será capaz de destruir esa Ca- dena de oro que forman todos esos magnánimos corazones uni- 1d doscomo están como verdaderos hermanos? ¡Ah, tiemble el In- | fierno ante esa procesión de héroes que se abalanzan para dar el | golpe de muerte á la indiferencia, á la impía civilización y á la ' descarada impiedad! Son los hijos de Francisco que se abren paso á través de todas las conjuraciones del Averno. No intenteis hdd detenerlos, porque el triunfo es de ellos. Vedlos sinó, incansables ¡El después de toda una noche y todo un día de Sacrificios, de pri- , A vaciones de marchas y contramarchas y casi en ayunas. Miradlos; no hay uno solo que desfallezca, que desmaye, que se acobarde ni que retroceda. Contempladlos, todos unidos como un solo | hombre animados, alegres, manteniendo siempre firme y seguro K | el paso en toda la larga carrera que van haciendo. ¿Quién sos- !! tiene la debilidad de esas jóvenes doncellas? ¿Quién dá aliento á esos pechos para seguir cantando dos, cuatro y más horas sin in« e terrupción? ¡Quién ha de dárselo! La fé vigorosa que los anima, A.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz