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Present&ción Carisma y fidelidad El 21 de julio de 1987caían en la selva amazónica ecuato– riana, traspasados por las lanzas de los indios Tagaeri, dos es– forzados misioneros: Monseñor Alejandro Labaka, Obispo del Vicariato Apostólico de Aguarico, y la Hermana InésArango, de la misma Iglesia. Al día siguiente, miércoles, el estallido de la noticiapasó a la prensa internacionaly a las cadenas de televi– sión. Que un Obispo fuera acribillado por las lanzas guerreras de los aborígenes era algo no visto ni en los tiempos del descu– brimiento ni en los de la colonía. Y que un Obispo, buscando la sumaencarnación, murieracon la vestimenta de los naturales, que no han entrado todavía en la órbita de nuestra civiliuición, remataba lo sensacional de la noticia. Y junto a él. una mujer consagrada, misteriosa y delicada presencia del eterno femeni– no. El impacto siguió cundiendo fortísimo en las semanas suce– sivas, y los comentarios, unidos a las celebraciones, abordaron cuestiones de fondo: el derecho de las minorías, la opresión de las multinacionales, la teología deia liberación... ElcasodeAle– jandro e Inés fue estudiado porantropólogos e investigadores de la historia social de Ecuador. Esas dos víctimas limpias e inocentes planteaban graves interrogantes a la conciencia del paf.s. Eran, como le gustaba definirse a Monseñor, ªla voz de los sin voz~ La pregunta que lanzaba esta muerte era, por tanto: ¿Qué hacercon esas minoríasamazónicas enelproyecto nacio– nal de Ecuador, nación necesitada, decidida a avanzar por un progreso eficaz? 7

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